martes, 30 de noviembre de 2010

Cap 6- Mentiras

Tom y yo entramos en el edificio. No había rastro del Bedel. Pese a su simplicitud, se podía apreciar que unas laboriosas manos había rociado con su magia cada milímetro de allí, entrar en un edificio tan imponente hacía que tus preocupaciones se volviesen mínimas. Constaba de tres plantas. Yo nunca había visto mas de la segunda. Allí era donde estaba mi aula.
-Voy un momento al servicio, espérame en clase ¿de acuerdo?
-Vale, iré cogiendo sitio- Pese a que todos los sitios estarían ocupados, esperaba conseguir uno de dos plazas para ambos.
Golpeé la puerta dos veces con el puño, pero no obtuve respuesta. Lo intenté de nuevo dando un solo golpe pero logré el mismo resultado. Escuché atentamente si algún ruido moraba allí, pero al igual que las anteriores veces, sin respuesta. Me aventuré y entré sin pensármelo dos veces.

Cuando entré en aquella habitación no pude contener un grito. Toda la habitación estaba bañada de escarlata, los asientos y las mesas rotas y lanzadas por doquier. Las persianas estaban cerradas y los cristales rotos. Esparcidos por todo el suelo.

Tom apareció corriendo por el pasillo, cuando entró en el aula su reacción no había silo la esperada. Soltó una gélida carcajada y me observó con unos ojos totalmente distintos, estos eran fríos y oscuros.

-¿Qué es todo esto?- Pregunté, era una de esas preguntas idiotas que se hacen en momentos donde ocurren cosas extrañas.
-Es sencillo Elisabeth, es tu final.
-De que estás hablando ¡déjame ir!
-Me encantaría hacerlo, pero mi amo me castigaría por eso Elisabeth, o debería llamarte...

Repentinamente cerró su bocaza y se retiró tras la puerta, comenzó a gemir y se acuclilló en una esquina, comenzó a gritar cosas sin sentido y se cubrió la cabeza con las manos.

-Si esto es una broma. Ha sido escalofriante, puedes parar ya.
-¿¿¿BROMA??? CALLATÉ BRUJA-Bramó tom.

Tras decir esto abrió sus ojos como platos y se tapó la boca con las manos. De entre ellas solo salían las palabras: “Amo me matará, cogerá mi cuerpo y lo despellejará, pobre yo, pobre yo”

No comprendía nada de lo que estaba sucediendo. ¿Me había vuelto loca?
Segundos después, Tom frenó sus gemidos y se quedó como una estatua en aquella esquina. Unos pasos comenzaron a oírse a lo lejos.

-¡¡Amo está aquí!!- Gritaba tom, frenético.

Cuando dirigí mi vista hacia la entrada lo divisé, allí estaba.
-Hola Beth, ¿me recuerdas?
Aquellos ojos eran suyos, pero el resto no, su cara estaba totalmente calcinada, Dos alas rotas brotaban de su cuerpo, Una de ellas estaba partida en dos. Sus manos eran enormes y monstruosas, como si fuesen dos garras. Tenía la misma ropa que cuando nos habíamos visto el Viernes.
-¿Ja–Jared?-Pregunté totalmente asustada, que era esto ¿un mal sueño? No podía ser real.
-Amo es toda suya-Tom se aproximo a él haciendo una reverencia.
-Callate bastardo- su voz también era diferente, mas seca y metálica.
-Pero Amo-Suplicó Tom.
Esas fueron las últimas palabras de Tom. Jared lo agarró del cuello y comenzó a apretárselo cada vez mas y mas fuerte, hasta que cabeza y cuerpo fueron dos, en vez de uno.
-¿Que demonios eres?- Era una autentica imbécil. Estaba a punto de morir al igual que aquel ser extraño, Tom. Y lo único que se me ocurría preguntar era “¿Que eres?” como si fuese a decir, soy el hombre de las galetas, bienvenida a mi mundo.

Jared rió con odio.

-Yo querida, si es muy sencillo. Lo estás adivinando ahora mismo, pese a que aún no lo he contado. ¿Dios? Creo que te confundes, vamos, piensa un poco mas. ¿Acaso tu novio no te lo ha contado?
-¿Winter? ¿Está bien? ¿Que sabes de él?- Un millón de preguntas me abrasaban, pero esas eran las únicas que me preocupaban sinceramente.
-Mas de lo que crees-Fue su única respuesta.
Cerré los ojos y pensé.
-Eres un vampiro- Dije con confianza.
-¿Vampiro?-Jared volvió a reírse, de una forma odiosa-Te confundes querida, o mejor, tu novio te ha mentido sobre nosotros.

En ese instante se escuchó un ruido enorme, era algo así como una bola de demolición golpeando un edificio, y un cadáver obeso y calvo entró volando en la habitación.

- Lacayos inútiles, he perdido dos en un día-Rugió Jared-Parece que tu caballero te a salvado. Nos veremos Pronto.

Tras esa frase sin sentido desapareció.
Alguien se aproximó a mí y me sostuvo entre sus brazos.
-Winter- Exclamé Abrazando su cuerpo.
-Te prometo no irme jamás- me dijo besando mi frente.
-No lo hagas-Contesté besando la suya.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Cap 5

Olvídame...
Esa palabra había rondado mi mente durante todo el Domingo. No conseguí descansar hasta bien pasada la madrugada. Cuando no quedaban mas fuerzas en mí y no tuve mas remedio que rendirme ante morfeo.

El Lunes Amaneció nublado y con aspecto tormentoso. Cogí lo primero que encontré en la habitación y me vestí apresuradamente. Tenia 15 minutos para llegar hasta la escuela de fotografía en la que estudiaba desde hacia unos meses. La fotografía me había apasionado desde que era niña.
Poder plasmar un segundo del universo y guardarlo para la eternidad me parece una idea realmente atractiva.

Aún conservaba la esperanza de volver a ver a Winter. Era difícil no pensar en el. No tenía sentido que hubiese aparecido y al día siguiente abandonarme. Pese al escaso tiempo que habíamos estado juntos, sentía que lo necesitaba a mi lado. Era una sensación tan incómoda como extraña.

La escuela de fotografía estaba a punto de cerrar cuando llegué, durante el camino no hubo nada digno de atención. Solo corrí sin pensarlo dos veces, mientras estuviese entretenida mi mente no volvería a pensar en el. Mi sangre no se mezclaría con la suya y terminaría saliendo de mí. Cerré mis ojos y corrí a un mas rápido. Corrí y Corrí hasta que tropecé con algo y caí al suelo. Tropezar, que típico en mi.
-Oye, ¿estás bien?- Dijo una voz frente a mi.
-Creo que sí, pero me duele un poco el tobillo- Tambien me había dado un fuerte golpe en la frente, lo que me impedía abrir los ojos, era una cosa que solo me ocurría a mi. Si tenía un fuerte dolor de cabeza mis ojos se sellaban y no podían abrirse hasta que el dolor cesase. Por suerte no era muy propensa a los dolores de cabeza.
-Creo que te dirigías hacia la escuela de fotografía ¿Verdad?-Preguntó la voz.
-Si ¿Han cerrado ya?-La única norma era estar allí antes de que cerrasen las puertas y eran tremendamente estrictos con esa ley.
-Has tenido suerte, el portero ha visto tu combate contra la pared y se ha detenido un momento. Yo también voy hacia allí, si quieres vamos juntos-Contestó la voz.
-Está bien ¿puedes ayudarme a levantarme?.
-Claro. Por cierto ¿Como te llamas? -Preguntó la voz.
-Elisabeth-Contesté pudiendo abrir los ojos finalmente.
Observé que la misteriosa voz ayudante de personas caídas en combates contra paredes malvadas que se cruzan en tu camino cuando llegas tarde a algún sitio era un chico pelirrojo que tendría uno do dos años mas que yo.
-Gracias.
-No hay que darlas, salvar a personas caídas en combates contra paredes malvadas es mi especialidad- bromeó.
¿Acababa de decir lo que yo había pensado?
-Me llamo Thomas, un placer-Dijo cambiando el tema.
Y juntos nos dirigimos al colegio de fotografía

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cap 4 - Misión

Tic, tac, tic, tac, las manecillas del reloj no cesaban su monótono golpeteo, una vez y otra, y otra, y una vez más. Finalmente sonó aquel temible sonido que precedía el tormento de la mañana. El despertador.
-Maldita sea, pero si acabo de dormirme-Rugí.
Cada dia era la misma insistencia. Debía descansar. Pero su cuerpo y sus obligaciones no estaban destinados al descanso.
Diez minutos más tarde de despertarme, el timbre de la puerta sonó. Sin ánimo a recibir visitas lo ignoré, pero el timbre siguió con su monótono tintineo.
-Ya voy, ya voy-Dije abriendo la puerta.
Cuando abrí la puerta. Un joven pelirrojo de cara alegre y ojos claros sonrió y me saludó con la mano.
-Casi me duermo de tener que esperarte tanto.
-Tom ¿que es lo que quieres?

Como de costumbre, Tom siempre aparecía temprano. Sabía de memoria a que había venido, era su cometido. Pero también era su obligación dejar descansar al resto del grupo.
-Darte un beso de buenos días-Ironizó-¿Tu que crees que quiero?
Tom soltó una carcajada en aprobación a su propia ironía.
-Todo ha estado tranquilo esta noche, nada raro, solo el silencio nocturno-informó.
-Winter, tu siempre tan poético-se burló su compañero.
-No uses ese nombre para referirte a mí-susurré mostrando los dientes.
Tom dio un paso atrás y levantó los brazos en señal de pacificación. Pese a ser “el líder”, sabía que no podría hacer nada si yo decidía atacarle.
-Lo siento colega, pero en los tres años que llevas acompañándonos, nunca nos has dicho tu nombre. Solo conocemos el de tu padre, por eso te llamamos así.
-Os lo he repetido y te lo diré una vez más. Mi nombre no importa, carezco de él. No reconozco mis actos por un nombre.
-Está bien guerrero enmascarado-apuntó Tom-Pero recuerda quien es el líder.
-Yo voy por cuenta propia, me da igual eso del líder, si todos vamos a morir algún día, que sea mejor solos...
-Tu siempre tan alegre-comentó Tom entrecerrando los ojos.
-La alegría del grupo, creo yo-reafirmé su ironía.
Tom se quedó en silencio y cerró los ojos durante unos segundos. Cuando comenzó a hablar el tono de voz era mucho mas serio.
-Debo irme-fue su despedida.
-Nos veremos mas tarde, ¿donde siempre?
Pero Tom no respondió, desapareció como un rayo bajando las escaleras de cinco en cinco.
-Condenado chiflado-Pensé cerrando la puerta.
El objetivo de mi misión era esta noche. En un paseo solitario sombrío y tétrico

jueves, 28 de octubre de 2010

Cap 3 - Apariencias

Había sido un día bastante ajetreado. La mañana transcurrió lenta y sin novedades, ancianas con sus aparentes protestas sobre el café. Algún que otro escritor frustrado con su novela. Observando como la gente entra y sale, sale y entra y vuelve a salir del café. Intentando obtener una décima de inspiración que sea el camino a su éxito. Madres con sus hijos recién salidos del hospital. Todo aquello solía ser un día normal en el Dedsley Coffee. Pero por mucho que esperase no había ni un solo rastro de Winter. Debía aceptar que él ha rondando mi cabeza durante toda la mañana. Hasta que al fin llegó la hora de salir. En la puerta del vestuario me esperaba mi compañera, Ashley.
-Vaya cara tienes, ni que hubieses visto un fantasma-Dijo con una bandeja en la que llevaba dos grandes bollos de crema. Me ofreció uno pero lo rechacé con un gesto de muñeca.
-Algo así por el estilo-Contesté. Me cambié rápidamente y me despedí con la mano.

Estaba finalmente en la calle, deseando verle. Caminé un poco hacia la calle de mi izquierda, y no estaba. En la de la derecha tan poco. Inesperadamente noté como unas dulces manos acariciaban mis hombros y se aferraban a mi cuello. Pero con demasiada fuerza. Me giré con un escalofrío en mi interior. Pero no había absolutamente nadie. Asustada comencé a correr hacia mi casa. Quizás estuviese allí. La noche anterior no había dudado en entrar ¿porque dudaría esta?
Corrí cual centella hacia mi casa. Tropezándo con cada objeto que había en mi camino, pero eso era sumamente normal en mí. Llegué al descansillo de mi edificio. Seguía sin verle. Subí las escaleras de dos en dos y abrí la puerta de mi casa diciendo su nombre. Pero no estaba. En lugar de eso había una nota, en ella solo había escrita una palabra en sangre:
Olvídame

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cap 2 - Saludos

-¿Realmente estás aquí?-Pregunté, desconcertada.
-Sí, querida, siempre estaré a tu lado- Contestó el con una sonrisa en los labios.
-Pero, has muerto, yo lo he visto, te habías clavado aquella daga…
-Lo sé, pero he muerto para vivir a tu lado, ahora te pertenezco Elisabeth-Se aproximó a mí y acarició mi mejilla. Yo agarré su mano he inmediatamente la aparte de mí.
-Pero si no te conozco, ayer en el parque estaba…confusa, acababa de romper con mi novio y estaba colérica, no sabía lo que hacia.
-¿En serio lo estabas? Puede que fuese tu alma realmente quien hablase, ella deseaba que te alejases de tu antiguo novio y sabía que yo daría mi vida por ti. Y eso he hecho.
-¡Pero ya te he dicho que no te conozco!- le repetí- y tú tampoco a mí.
-¿Que quieres saber de mí?-Preguntó. Era extraño, aquel chico que acababa de conocer había conseguido que me sintiera cómoda, mas cómoda que en toda mi vida con Alen.
La lluvia rugía con violencia contra los cristales. Todavía era de noche, pero al parecer sería uno de esos días lluviosos en los que nadie quiere salir de su casa, desvié la mirada de la ventana y continué la conversación.
-Solo sé tu nombre, no tengo ni la más mínima idea de donde procedes, ni tu edad, ni como puedes estar aquí si ayer estabas tumbado sobre mí con una daga en el corazón.-Tenía tantas preguntas hacia aquel desconocido.
-Una daga en el corazón-Repitió.
Winter se despojó de su abrigo y me mostró su camisa. La parte frontal había tornado su color de blanco a escarlata.
Me estremecí al ver la sangre. Él hubo de notarlo, dado que volvió a ponerse el abrigo.
-Gracias-Susurré.
Winter me respondió con una sonrisa. Prosiguió con la conversación anterior.
-Todas tus preguntas son bastante sencillas. Mi nombre es...me gusta winter, vamos a dejarlo ahí por ahora. Verdaderamente no sé de donde provengo, Berlín, Italia, Dinamarca, Brasil…Cada lugar es una pequeña parte de mí, una historia diferente que se repite. Mi edad, la he dejado de contar allá por el 1850, y como estamos en el 2010 debería tener unos 160 años más que en aquellas fechas, realmente no se mi edad. Lo lamento profundamente. Puede que parezca extraño todo lo relacionado a la pasada anoche, los mordiscos, los gritos...realmente fue una noche de perros.
-Pero me habías mordido ¿eso quiere decir que también soy un...?-Se me hizo un nudo en la garganta.
-No, tranquila, jamás podría hacerte ese mal, no serás una vampiresa ni nada por el estilo- Comentó con una sonrisa en los labios. Pese a que seguía desconfiando de él debía admitir que tiene una sonrisa muy dulce.
- ¿Entonces que seré?- Pregunté desconcertada, me había leído cientos de novelas sobre vampiros, ¿acaso estaba viviendo una?
-El ser humano mas maravilloso de todo el universo.-Contestó él acariciándome nuevamente la mejilla, esta vez no aparté su mano, cerré los ojos y dejé que él continuara.
-Verás es sencillo, esto que siento ni siquiera yo puedo expresarlo con total claridad. Los antiguos textos vampíricos comentan que cada vampiro tiene su propia debilidad, su propio centro de gravedad, ya sean de clase parda, clara o oscura.
-¿Clases que?-Era una experta en el tema de los vampiros, pero jamás había oído nada semejante.
-Oh, es cierto, discúlpame, no te he dicho nada acerca de esto. Tengo tanto que contarte, jamás creí que pudieras existir.
-No pasa nada, pero ¿por que sientes tanta devoción por mí? Soy una chica normal, no destaco en nada, tengo mi casa, mi trabajo y mis amigos, como cualquier ser humano.
-Lo sé, aparentemente eres un humano normal, sin nada en especial. Pero para mí eres todo. No me preguntes por qué, pero siento que lo eres todo para mí, que eres el centro de mi mundo.
No me estaba gustando nada la dirección de aquella conversación. En tono cortante intenté finalizar la conversación.
-Tengo que ir a trabajar- No me gustaba para nada que me halagase, era un total desconocido, muy dulce y atento, pero un desconocido al fin y al cabo.
- ¿Puedo llevarte?-Pregunto tímidamente.
Realmente estaba interesado en mí, y era muy agradable. Pese a todos mis esfuerzos acepté encantada.
-Bueno has entrado en mi casa sin permiso, te has tumbado en mi cama y lo mas importante, te has tragado una buena parte de mi sangre, no veo por que no puedo dejar que me lleves a trabajar- Bromeé empujándolo fuera de la habitación.
-Te esperaré en el recibidor.
Me vestí en menos de 5 minutos. Bajé a toda prisa saltando los escalones de dos en dos.
Cuando llegué estaba allí. No se había escapado.
-Estás impecable- Comentó mientras observaba como descendía las escaleras.
-¿Disculpa? ¿Lo dices tú que pareces salido de la película Grease?- y no me equivocaba mucho. En el tiempo que había tardado se había cambiado completamente de atuendo. Llevaba una cazadora de cuero y una camiseta blanca, estaba muy guapo.
Fingí que no me interesaba lo más mínimo y cambié el tema.
-¿Nos vamos?-Preguntó tendiéndome su brazo.
-Si, claro-dije aproximándome a él.
-Las damas primero-me pidió con una sonrisa disimulada. Yo acepté y el empujó el portón metálico.
Pensaba que fuera habría un despampanante deportivo. O quizás me llevarías en volandas a velocidades sobrenaturales...
-Te gustan demasiado las novelas de ficción-Se mofó.
Me puse colorada muerta de vergüenza.
-Tranquila, siento no haberte impresionado- Se disculpó.
-Créeme lo prefiero de esta manera, no me gustan las sorpresas.
-Tomo nota-Dijo mientras reía por lo bajo.
El camino con Winter fue mucho mas ameno de lo que me había esperado. Hablaba sobre los lugares donde había estado, pero no de forma personal, sino de una forma totalmente objetiva.
-¿Como te sientes? -me preguntó.
-De maravilla –Respondí con una sonrisa.
Era completamente cierto, aquella sensación era única. Ir tan deprisa, con el tiempo circulando tan despacio…
Los rayos del sol comenzaban a brotar, el amanecer era uno de mis momentos favoritos del día.
Winter se frenó en seco y me soltó.
-Hemos llegado- dijo inesperadamente muy serio.
-Podrás venir a buscarme- pregunté con timidez.
-Sabes que siempre lo haré-Dijo Winter cambiando su cara, poniendo su dulce sonrisa y dándome un tierno beso en la frente.
Pensaba contestarle, pero como si de un relámpago se hubiera tratado desapareció entre los callejones oscuros de la ciudad. Sabía que en cuanto saliera de mi trabajo él estaría allí. Exhalé una bocanada de aire y caminé hasta el Dedsley Coffee la cafetería donde trabajaba.

martes, 19 de octubre de 2010

CaP - 1 =) El despertar de la oblación

Viernes por la noche, en un paseo solitario sombrío y tétrico. Estaba sentada en un banco cuando alguien llegó por detrás, una silueta soltó una bocanada de aire en mi nuca, mi mortal novio, me abrazó, aunque yo no quería. Comencé a llorar y suspirar en silencio.
—Déjame, por favor —imploré.
— ¿Qué sientes Elisabeth?
Todo lo que sentía era fácil de pensar, pero no de decir. La luna Plateada brillaba en lo alto, grande y mágica, su luz hacía de iluminación al paseo sin electricidad.
—Elisabeth ¡Vámonos de aquí! —suplicó mi novio.
Sentada en el banco le di la espalda, y a la vez, las lágrimas mojaron mi rostro como el agua baña las rocas en una cascada.
— ¿Quieres saber lo que siento? —pregunté limpiándome las lágrimas con la manga de mi abrigo.
—Sí. —contestó ansioso.
—Te odio… Alen.
— ¿Me odias? ¿Por qué? —cuestionó con las facciones cambiadas. Sí… ahora su cara estaba tan llena de confusión como dolor.
—Te creí Alen, me enamoré de ti, y sólo porque no te quise regalar mis labios… por un maldito beso. —me detuve y tomé aliento— Por que no te quise besar, besaste a otra.
No dijo nada, su silencio sólo fue leña que prendió más la hoguera de mi odio.
—Es posible que para ti esto carezca de importancia, pero yo no estaba preparada para ese beso.
—Ha de ser porque no me amas —dijo él descaradamente.
—Imbécil. —Me levanté del banco y le arreé una bofetada— Sí… estas en lo cierto. ¿Sabes qué? Tienes mucha razón, no te amo, por eso aquí y ahora hemos terminado.
Más silencio.
Me dio la espalda y se llevó las manos a la cara, estaba llorando y su dolor me hacía sentir tan bien. Me miró entre ojos vidriosos y cayó de rodillas, murmuró algo, sus labios se movían, pero no escuché sus palabras. Me arranque de un solo tirón la fina cadena de plata del cuello, la arrojé al suelo y la aplasté con mis pies hasta que se dividió en dos, después la recogí y tuve en mis manos un colgante en forma de corazón a la mitad, lo apreté en mis manos.
—Así está mi alma ahora —dije señalando el colgante. Luego lo tiré al suelo.
Él se arrastró y agarró lo que quedaba de aquel collar, temblando, lo miró de cerca y salió corriendo. Segundos después desapareció.

Comencé a caminar en la dirección opuesta, todo estaba muy oscuro dado que unas nubes habían decidido esconder la luna. Tropecé y caí al suelo, me reí de mi propia torpeza llamándome tonta. Me levanté y miré hacia delante, entonces lo vi. Sentado en otro banco del parque, su aspecto era melancólico, afligido, desamparado…igual que el mío.
En la soledad del oscuro parque la silueta abrió los ojos, unos ojos que irradiaban la luminosidad de la luna. Se aproximó con paso majestuoso.
Me abracé a mí misma por el frío, el extraño joven se quitó el largo abrigo y lo colocó sobre mis hombros.
Me tendió su mano y la tomé, eran increíblemente suaves. Posó sus dedos en mi rostro y descendió hasta mi cuello. Apretó sus dedos sobre el y se los llevó a los labios. Desconcertada hice lo mismo y miré la sangre de las heridas que me causé al arrancarme la cadena.
Sus ojos marrones verdosos eran inmensamente profundos. Hermosos. Sin apartar la mirada probé mi propia sangre, gotas que pasaron por mi garganta y que me hacían sentir bien. Abrió sus brazos y me dejé caer en él, en su abrazo.
— ¿Quieres venir conmigo? —dijo suavemente y luego contrajo el labio superior dejando visibles dos afilados colmillos.
—No conozco tu nombre...
—Llámame Winter—respondió—¿Vendrás conmigo?
—Sí…pero —apreté fuertemente su camisa— dame, por favor, tu sangre.
Se mordió los labios y apoyó su frente en la mía, luego con mis labios tomé la sangre de los suyos y se disolvió todo en un recóndito beso.
Algo me alejó del vampiro, sentí un empujón y caí de nuevo al suelo, Alen me miraba furioso.
— ¿Con que no estabas preparada? y te vienes a besar con un desconocido, porque te he visto, el apenas te dijo su nombre ¡No sabes quien es!
Intenté contestar, más no pude, porque Winter clavó en mi garganta sus colmillos. La sangre salía a borbotones y manchó de escarlata mi vestido. Dolor mezclado con placer, tristezas junto a la alegría; y mientras mi sangre abandonaba mi cuerpo, Winter no apartó la vista de Alen.
Alen corrió hacia el vampiro, pero fue inútil, me soltó rápidamente para ponerse en posición defensiva mientras mi antiguo novio se abalanzaba sobre él con intenciones de simular un placaje como en un partido de Rugby. Resultó totalmente inútil, Winter se desplazó unos centímetros a su derecha y sus manos capturaron su cálida garganta. Alen gimió. Winter sonrió macabramente y clavó las lustrosas uñas hasta que sus dedos quedaron bañados de sangre; lo soltó con desdén y saboreó el líquido que lo hacía un monstruo.
— ¿Aún quieres venir conmigo? —Pese al acto de crueldad que acababa de presenciar su voz sonó dulce y angelical.
—Sí.
Winter se acercó a mí y me elevó en volandas.
— ¿Me amas?
—Por supuesto —murmuré y di un suspiro.
—Yo igual mi amor, pero amo mas tu sangre. Perdóname.
—Claro, ven, cierra mis ojos y apaga mis ilusiones.
Y de nuevo estaba él en mi garganta, me sostuvo fuertemente en sus brazos y bebía cada vez más rápido,dejé de sentir mi cuello. La muerte venía, ya podía escuchar sus pasos, pero, inesperadamente cesó su festín, parado a mi lado, con lágrimas sanguinolentas en los ojos. Se agachó a mi lado y me besó en la mejilla, y sacó una pequeña daga puntiaguda y muy filosa.
Me colocó la daga en la mano y puso su mano alrededor de la mía, la condujo hasta su pecho y con una fuerza sobrenatural la clavó en sí mismo.
Se acomodó boca abajo en mi regazo y al hacerlo hundió más el arma en su corazón. Nuestro fin fue lo deseado: morir juntos.
Aún agonizante logré vislumbrar a Alen, este temblaba y se dirigía hacia mí, Farfullaba frases, pero ya no conseguía escuchar nada.
Suspiros…
Sonreí y dije “adiós”.
lo último que pude observar fue una figura saltando sobre mí y un grito….

Me levanté casi ahogándome, ¡Oh demonios! ¿Un sueño? Pero… era tan real. Acaricié mi cuello y sentí las marcas de sus colmillos.
Y ahí, desde mi ventana, en la oscuridad de la noche brillaba la luna plateada y su luz apuntaba a una figura de aspecto melancólico, triste, desamparado… Que abrió sus marrones ojos verdosos y decía dulcemente: Aquí estoy mi amor